El Taller

Fue el mes de julio del año 1976, en el Instituto Pedagógico de Caracas, tiempo y lugar en el que nació el Taller de Expresión Literaria Marco Antonio Martínez de la mano de José Vicente Abreu. Desde entonces, nos reunimos en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Lingüisticas y Literarias Andrés Bello, no para enseñar a escribir sino a discutir el texto que a la mesa llega. No es fácil exponer en público la palabra que ha nacido desde la intimidad, pero cada viernes, desde que atravesamos las puertas del IVILLAB, el texto deja de ser nuestro. (Vanessa Hidalgo)

lunes, 2 de abril de 2012

4º mención especial

Angel Eduardo Bello Urbina - 4º mención especial

Actual estudiante de inglés del Instituto Pedagógico de Caracas (IPC), escribe desde los 11 años por pura pasión y tiene un blog personal que es http://grillosenelescaparate.blogspot.com  bajo el seudónimo Angel Sin Acento. Sus escritores predilectos son Javier Tazón y Marc Haddon.

De seguro, alguien de ojos claros, párpados cansados y pómulos rojos ha dicho ya que anteriormente se escribían poemas porque los amantes estaban separados por guerras y cientos de kilómetros. Entonces que alguien me explique qué hago leyendo poemas de Neruda y Benedetti, e incluso, escribiendo algunos para ti. Que alguien me diga la razón de esta pasión de raíces cinéticas, que crece como si hubiese nacido en el siglo XIV, entre las ruinas de las ciudades perdidas y los amores imposibles, donde darse un beso a la luz pública era señal de irrespeto, de inconsciencia, de locura.
Supongo que seré yo el último de los amantes que menguan poco a poco porque las ciudades, su humo y su ruido se van comiendo todo. Y estarán las personas encerradas en jaulas, porque, como bestias, se amaron demasiado. Supongo que serán mis letras las únicas estructuras hechas de tinta que perdurarán con el paso de los años, y de seguro alguien levantará la mano para opinar, para preguntar: ¿Quién habrá sido su amor etéreo e inmortal?
Porque, aunque somos pocos, los hombres sabemos amar y amamos. Aunque lo que más nos guste hacer sea ser amados, específicamente por aquellos quienes ven a través de nuestros huesos y pueden ver todas las tazas de café que hemos bebido, las madrugadas que se nos han hecho mediodías, los recuerdos que se han hecho cemento y todas las lágrimas que aún nos quedan por llorar. Porque a los hombres nos encanta llorar, aferrados a nuestro propio pecho, extrañando cosas que quizás, como el universo es mezquino, nunca lleguemos a tener.
Alguien de ojos claros, párpados cansados y pómulos rojos le decía al amor de su vida que él estaba a su lado y que por eso no había necesidad de enviar cartas de amor o poemas o sonetos. Claro, es que tú no estás a mi lado y yo soy mucho más intenso de lo que aparento. Porque aunque no nos separen guerras, no hay tanto dinero para doblegar los kilómetros que nos mantienen distantes y se me hace increíble y a veces hasta chistoso, que estando a tantas horas, ciudades, pueblos y luces de distancia, nuestros corazones hayan aprendido a latir al unísono. Somos las muelas de la felicidad.
Supongo que seremos nosotros dos los que izaremos la bandera de un amor ridículo, iluso, hermoso y poderoso sobre la faz de los campamentos destruidos, encima de cuerpos que se dejaron derrotar por el hambre y la soledad, cuerpos que nunca supieron que el mejor alimento que podemos ingerir es el néctar que nos proporciona el cuerpo de quien amamos. Que lo mejor que podemos escuchar son las palabras y las respiraciones aceleradas de esa persona que se atrevió a cruzar la franja que nadie había cruzado. Seremos tú y yo los que burlaremos el tiempo, transcenderemos los mundos y recorreremos la vía láctea de puntillas. Seremos dos polillas.
Porque, para amar, hay que estar seguros de que la vida es una total mentira y que la única manera de hacerla una verdad es amando con los puños cerrados y el corazón abierto. Porque a esta corta edad que tengo, siento que no me caben en el cuerpo todas las ganas que tengo de poseerte cada vez que voy a dormir. Imagina que esta es una carta escrita en una máquina de escribir, y que justo luego de sacar el papel tibio y pisoteado por las teclas, le estampé un beso y lo rocé con mi mejilla para que me pudieras oler. Para que pudieras saber que soy el último amante que esta tierra va a ver.

Muchacho Azul

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